
La cooperación entre instituciones, esencial para convertir Barcelona en un espacio cultural vivo
El gran potencial de la capital catalana como ciudad líder para acoger exposiciones y eventos culturales de primer nivel fue el hilo conductor de la mesa redonda Barcelona, capital cultural: futuro de las grandes exposiciones y eventos, organizada por el ARA en colaboración con la Fundació Catalunya La Pedrera.
La mesa redonda, moderada por la directora del diario ARA, Esther Vera, contó con la participación de la directora general de la FCLP, Marta Lacambra; el director de Barcelona Turisme, Mateu Hernández; el director del Liceu, Valentí Oviedo; y el director de la Fundació Joan Miró, Marko Daniel, para poner en valor la proyección global de Barcelona a partir del turismo cultural. Durante el debate, celebrado el 7 de mayo en el auditorio de La Pedrera, los ponentes analizaron cómo convertir la ciudad de Barcelona en un magnete de la cultura, al tiempo que detallaron las oportunidades, los retos y las estrategias para consolidar, aún más, la ciudad de Barcelona como destino privilegiado para eventos culturales de gran escala.
El director de la Fundació Joan Miró, Marko Daniel, hizo hincapié en la necesidad de tener una autoestima colectiva más decidida. Reivindicó que Barcelona ya tiene una oferta cultural de alta calidad, diversa y arraigada, pero que a menudo no se valora lo suficiente. "Debemos creernos nuestro propio discurso -dijo-. Si nosotros decimos hacia fuera que Barcelona tiene una oferta cultural muy importante, nos lo tenemos que creer y debemos convencer a nuestro público local".
Por su parte, Marta Lacambra, directora general de la Fundació Catalunya La Pedrera, insistió en la importancia de reforzar la identidad cultural de Barcelona desde el discurso y la comunicación. "No se trata sólo de mostrar arquitectura o exposiciones, sino de transmitir que somos una sociedad que apuesta por la cultura como valor de fondo", dijo. Por eso, "las entradas en La Pedrera se destinan a proyectos que revierten en la sociedad", declaró la directora general de la Fundació Catalunya La Pedrera. Sin embargo, defendió la idea de capilaridad cultural, una estrategia para extender la colaboración institucional a todo el territorio y garantizar que la cultura llegue a más barrios y públicos.
El director de Barcelona Turisme, Mateu Hernández, defendió una visión más profunda del turismo, no sólo como actividad económica, sino como herramienta para transformar la ciudad. Según Hernández, es necesario gobernar el turismo desde la regulación de la oferta, pero también desde la gestión de la demanda, promoviendo una ciudad que atraiga a visitantes alineados con los valores culturales, cívicos y sostenibles de Barcelona. "Ningún turista querrá visitar una ciudad que no sea querida por sus ciudadanos", dijo, antes de subrayar que "hay que revertir esta situación ciudadana". Para ello, “hay que saber que el turismo no es un sector por sí mismo, sino que es una palanca de transformación de la ciudad, y debemos entenderlo como una plataforma para cambiar”.
Valentí Oviedo, director del Gran Teatre del Liceu, destacó que "la cooperación entre las principales instituciones culturales de la ciudad es esencial". Oviedo declaró que entre las instituciones trabajan de forma orgánica, compartiendo ideas y recursos. "Y esto nos permite ofrecer una propuesta única y potente, muy alineada con la personalidad de Barcelona", concluyó.
La mesa redonda dejó claro que Barcelona dispone ya de los ingredientes esenciales para consolidarse como una capital cultural de referencia internacional: una oferta artística de primer nivel, instituciones con la voluntad de cooperación y un relato propio que apela a la calidad, la sostenibilidad y los valores compartidos. Pero al mismo tiempo evidenció que hay que dar un paso más adelante: creerse el relato, comunicarlo con fuerza e implicar a la ciudadanía como protagonista. Los cuatro ponentes coincidieron en que el futuro del turismo en Barcelona no puede ser ajeno a la cultura, sino que debe construirse desde esa cultura, poniendo en valor el carácter, la personalidad y la identidad única de la ciudad de Barcelona.